Podría parecer que ya es una costumbre, pero en realidad se trata de una continua desgracia para la hacienda pública y sobre todo para las y los contribuyentes de nuestro país. El desgobierno de Morena se caracteriza por tratar de justificar su mala manera de ejercer el poder, anunciando obras de relumbrón en aras de conquistar el favor de la opinión pública, las cuales en un principio se venden como un modelo de lo que es gobernar desde la austeridad republicana, pero que a la postre, terminan azotando en el fatídico teatro del sobrecosto y la opacidad.
Recientemente, algunos medios de comunicación han dado a conocer diversos estudios e investigaciones de los elevados porcentajes de sobrecosto a los que terminan ascendiendo las obras públicas de infraestructura del gobierno de 4Ta. Y precisamente porque el periodismo ha obtenido estos datos a través del Sistema Nacional de Transparencia y acceso a la información pública es que el propio ocupante actual del Palacio Nacional ejerce repetidamente sus ataques hacia los órganos garantes a través de las omisiones legislativas de designar a los integrantes de los mismos.
Culiacán, a decir del Gobernador del Estado pronto contará con un anillo periférico que supuestamente permitirá agilizar la movilidad y el tráfico pesado de la capital de Sinaloa. Sin embargo, llama mucho la atención el elevado costo de dicha obra según las proyecciones iniciales: 4,100 millones de pesos.
No dudamos de que Culiacán ha crecido a un nivel exacerbado, y que el parque vehicular es igualmente desproporcionado para el número de habitantes con que cuenta. Tampoco podemos descartar la necesidad de que el municipio siempre se encuentre en condiciones de progreso y de modernidad en cuanto a su infraestructura vial y carretera. No podríamos decir que estamos en contra de este tipo de obras, las cuales son sumamente necesarias.
En cambio, a lo que sí estamos en contra es a que, con motivo de este proyecto, en Culiacán se materialice uno más de los capítulos del desgobierno morenista, en el que la obra se anuncie con bombo y platillo con un presupuesto inicial, y que tras su ejecución después nos vengamos a enterar de que lo invertido vaya a ascender hasta un 100% o un 130% adicional, como en el caso del Tren Maya, o la refinería de Dos Bocas, que según datos de la Auditoría Superior de la Federación terminaría costando 2.6 veces lo programado. De ahí la importancia de que la ciudadanía y las organizaciones de la sociedad civil se involucren cada vez más en las labores de control y vigilancia respecto de los gobiernos en todos sus niveles.
Creemos importante que la capacidad de organización que se ha venido mostrando respecto de la defensa de los organismos públicos y de las instituciones democráticas, igualmente se refleje en la posibilidad de erigir observatorios que den un seguimiento puntual, con posibilidad de realizar estudios especializados de control y verificación en materia de obras públicas, a fin de garantizar que las autoridades del desgobierno morenista no pretendan utilizar el desarrollo de la infraestructura en los municipios como un nicho para emprender jugosos negocios en los que al final los beneficiarios terminen siendo los hijos del sobrino del mejor amigo, de alguna persona del gabinete.
Creemos en la importancia de la transparencia, pero, sobre todo, en el reflejo de la auténtica honestidad en el ejercicio de los recursos públicos, que se integran con los impuestos de todas y de todos. Lo reiteramos, no nos oponemos al desarrollo, siempre y cuando sea transparente, verificable y, sobre todo, auditable, para que nadie escape de la revisión de su responsabilidad. Que no nos digan después que el costo final y los documentos por transparentar son de “Seguridad Nacional”.
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